Cada 10 de octubre, el Día Mundial de la Salud Mental nos recuerda la importancia de la salud mental y el bienestar. Este día no solo es una oportunidad para aumentar la conciencia, sino también para reflexionar sobre cómo los factores psicosociales impactan en aquellos que trabajamos en el sector de intervención social, es decir en nuestro trabajo, eso que ocupa al menos un tercio de nuestro día y que fundamentalmente debería proporcionarnos lo necesario para vivir, ser una expresión de cada ser humano y contribuir a realizarnos; dando sentido y valor a nuestra existencia. 

 

El sector de intervención social enfrenta desafíos que pueden afectar profundamente a nuestra salud mental. Entre estos desafíos, los factores psicosociales juegan un papel crucial, influyendo en el bienestar emocional y físico del personal. Algunas de las situaciones más frecuentes que vivimos son:

 

Estrés Laboral: Las demandas constantes y las situaciones emocionalmente intensas pueden llevar a niveles elevados de estrés, afectando a la capacidad de l@s trabajador@s para desempeñar las funciones de manera eficaz y sostenible. 

 

Burnout: La exposición continua a situaciones de alta tensión y la falta de recursos adecuados pueden desembocar en burnout, una condición de agotamiento físico y emocional que disminuye la calidad de vida y el desempeño profesional. 

 

Apoyo Social: La falta de una red de apoyo adecuada dentro del entorno laboral puede exacerbar los efectos negativos de los factores psicosociales, haciendo que nos sintamos aislados y desamparados. 

 

La salud mental de l@s trabajador@s del sector, no es solo una preocupación individual; es un asunto que afecta a la calidad del servicio y el impacto en las personas atendidas. Ignorar estos factores puede llevar a una disminución de la eficiencia, un aumento del absentismo y una rotación de personal elevada (fuga de talento), todo lo cual socava la misión fundamental de este sector. 


Desafortunadamente, muchas empresas del sector intentan abordar este problema con soluciones superficiales, creando programas pensados desde las cúpulas y muy alejadas de la realidad del día a día, cuyo objetivo principal se centran más en el control del trabajador que en mejorar la situación de las personas que atendemos. Mientras tanto, se olvidan de aspectos esenciales como condiciones laborales justas, horarios razonables y un apoyo efectivo para sus empleados.  

 

En este Día Mundial de la Salud Mental, recordemos la importancia de atender no solo las necesidades de las personas a las que servimos, sino también las de aquellos que están en la primera línea de la intervención social, nosotr@s.  

Recordemos que cuidar a quienes cuidan es esencial para un futuro saludable y equitativo. No permitamos que las soluciones superficiales sustituyan las acciones reales y necesarias.